La Música: Crecimiento en dirección al Origen

¿Por qué te propongo que escuches la música conscientemente?

Por lo mismo que te propondría el vino en vez del jugo de uva; que tomes café en vez de morder las semillas; que estudies antes de buscar trabajo; que entrenes antes de subir una montaña.

Así como en la vida recibimos inumerables dones sin mayor o ningún esfuerzo, hay otros dones que requieren de nuestra búsqueda perseverante.

Con un poco de método y sobre todo, mientras viva en ti en deseo de descubrir lo que esconde la música, ella revela sus secretos a la parte de tí que la entiende y sabe amarla… muy lejos de la ilusión o la fantasía.


La música en la sala de concierto se muestra con sus mejores galas pero con ella, allá en el escenario, no podemos hablar, no podemos pedirle que nos repita sus ideas, que intente despertarnos las mismas emociones o que nos muestre cómo fue que hiló una idea detrás de otra. Al salir de la sala, recordamos ideas simples y con suerte alguna de las complejas; unas nos gustaron a la primera escucha mientras a otras no le conseguimos lo bonito.

Gracias a que podemos escuchar con gran fidelidad los conciertos en nuestras casas, tenemos la posibilidad de invitar a la música a un encuentro con nosotros mismos. Sentado unos frente al otro con la ayuda de un CD, podemos pedirle que nos repita una idea hasta que nos la aprendemos al detalle, sin haber sido alumnos de músicos.

Este encuentro con la música es para conocerla como ella es en profundidad. Es un encuentro muy parecido al de dos amantes que se quieren conocer y amarse por lo que son.

Así, la música es una amistad a conocer y no una obra artística a estudiar ni coleccionar. 


Es frecuente observar que la humanidad acumula experiencias recorriendo un camino en forma de un espiral ascendente donde los mismos eventos se vivencian iguales a no ser por la diferencia de altura. Usando esta imagen, la música de los grande maestros suele mostrarnos la ruta liberadora de ese rutinario espiral ascendente y nos permite crecer libre del arquetipo, libre de las estrellas, en dirección al origen.






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