martes, 2 de agosto de 2011

Una cosa es fortalecer el alma con la música y otra curarse pasivamente


Con mucha frecuencia se habla y se busca la música como terapia para atender afecciones corporales y anímicas. Así, escuchando una música nos relajamos y se nos va el dólar de espalda, nos sentimos frustrados y con una música entusiasmante el sentimiento de frustración cede.

Distinto es el uso de los sonidos, el ultrasonido es un sonido (suena aunque no lo oigas) te genera calor donde lo apliques y te mejora la contractura muscular. Ahora, la música no es sonido ni todo lo que se interpreta con instrumentos musicales es música.

La música como yo la entiendo, escuchada meditativamente, con conciencia es más que una obra de arte, es una amiga de nuestra alma.  Esta amiga le trae alimento de las alturas a nuestra alma, le comparte ideas de un tenor elevadísimo y en lealtad a nuestra perseverancia se construye un triángulo entre el alma, la música y el oyente.

Este triángulo, que hacia afuera está integrado por el intérprete, el director y el oyente, fortalece al alma, le da vigor para manifestarse, porque hasta entonces, fiel a los principios superiores, permanece dormida mientras no es invocada.

Despertar el alma dormida y darle vigor a través de la escucha meditativa no es sinómino de curación en sentido médico. Ese despertar del alma, en la mayoría de nosotros va estar generando armonía y como consecuencia el alma irá forzando la salida de los hábitos contrarios a la salud, de los pensamientos contrarios a la vida e inspirará la rectificación de los hábitos negativos del carácter. 

Estos procesos cuando se manifiestan en dolores, supuración, alergías o fiebres o en angustia, cuestionamientos rigurosos, desánimo y muchas manifestaciones más, pueden ser interpretadas como enfermedades físicas y emocionales. 

La armonía que trae la música puede provocar cataclismos en tu vida como la pérdida del trabajo, divorcio o depresión y todas estas manifestaciones puedes entenderlas como fracaso, sin embargo todo eso estará acorde con el trabajo silencioso de tu alma fortificada con la escucha meditativa. 

Caracas, 2 de agosto de 2011
Oscar Andrés Aguilar Pardo